Confesamos, con un poco de vergüenza, que hemos dedicado nuestros tiempos de esparcimiento para ver una teleserie de los 90', María la del Barrio.
Todo partió por mi extraña simpatía por Thalía (provocada hace algunos años por El Bananero), que va en aumento o decreción a través del tiempo, según sea la necesidad, jajaja.
Bueno, esta teleserie tiende a ser irritante, desafía toda lógica: los personajes son inconsistentes, actúan como monigotes... Luis Fernando es un viejo que parece que viviera en un constante desorden hormonal, donde uno no tiene idea cómo reaccionará frente a lo que sucede. Las más horribles desventuras se desarrollan en unos pocos capítulos, mientras que detalles estúpidos se demoran demasiado tiempo en resolverse (ejemplo, la pareja de gandallas Penélope y Papacito).
Para qué hablar de los valores que entregan: los hombres son los que mandan, las mujeres deben ser más sumisas, aceptar los engaños e insultos de los esposos. También es más importante la relación de padres biológica que la de los que adoptaron y criaron durante años, años donde esos hijos están ya casi en la adultez.
Muchas veces, quizás demasiadas, nos hemos preguntado "¿Por qué seguimos viendo esta wea?". A estas alturas, es porque ya vimos demasiado como para dejarla a medio terminar. Pero creo que hay algo más de fondo -además de nuestro gusto por alegar-.
Supongo que es, por lo menos en mi caso, que cumple con lo que yo pensaba con respecto a las novelas e historias escritas; ¿por qué un personaje debía ser consistente, seguir una línea durante su vida en relación directa con hechos sucedidos con anterioridad? ¿acaso los humanos somos así?
La seguiremos viendo, alegando y enojándonos con los personajes, muchas veces parece que la vida les pasara por encima sin que participen de ella. Pero a todos nos pasa lo mismo... (por eso nos colma la paciencia, o "nos deja las bolas llenas")
Y por último, iremos a cobrar venganza como Soraya si es que no nos gusta cómo termina, jajajajaja
N.K. Serey
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